Noticia | 11 Agosto 2015

Chile no será moderno sin sus pymes

pymesLuis Solís Plaza
Ingeniero Comercial, Gerente de ASOF C.G, director de Conupia
Se requiere mucho coraje político para sacar a las Mipymes del magro lugar donde se encuentran. El modelo chileno –que nunca fue pro pyme- ya tocó fondo y es hora de repensar otra economía.
Chile se encuentra en un momento histórico y expectante que puede producir una gran frustración, si no se cumplen los compromisos adquiridos en las campañas políticas. Qué duda cabe que a partir del año 2011 se han venido produciendo una serie de hechos que desnudan el modelo económico chileno, basado en esencia, en exportaciones de productos naturales, el aumento del consumo interno, vía ampliación del crédito, y con alta concentración económica.
Otro rasgo importante de la economía nacional es la invariable y constante –ha sido así en los últimos 25 años- caída de las ventas de las Mipymes y su escasa participación en el producto. Las micro empresas, que son más del 80% de las empresas formales del país, no llegan al 10% de las ventas y por ende su participación en la economía nacional es poco incidente. Si se les suman las pequeñas y medianas empresas, hablamos del 99% de las empresas formales de Chile. En total, no llegan al 15% de las ventas, de acuerdo a los datos que tiene el SII, y similar guarismo se manifiesta en su aporte al PIB. Sin embargo, generan la mayoría de los empleos del país.
Por otro lado, las megas y grandes empresas son el 85% de las ventas (similar porcentaje en el producto). Pero lo dramático para la economía chilena -algunos ideológicamente han querido mostrarlo como un rasgo modernizador- es que el 75% de las ventas se concentran en sólo 30 grupos económicos. Esta alta concentración económica no existe a nivel mundial.
Hoy se debate por qué estos grupos económicos no quieren invertir en la economía chilena, y todo indica que esto no solamente se debe a la mera voluntad de estos mega empresarios de querer presionar para obstruir las reformas del Gobierno, sino que más bien obedecen a decisiones muy racionales y que se fundan en que las condiciones económicas internacionales, que ya no les son favorables. Esto se debe a la caída de los precios de los commodities, lo que en el largo plazo podría afectar a un grupo importante de estas empresas que son en esencia, exportadoras de recursos naturales.
El otro selecto grupo está en la industria de las finanzas y del retail y aquí ya han ido tocando techo en la economía chilena. Esto se debe a que simplemente han endeudado a prácticamente a todo el país posible de endeudar, por tanto estos grupos económicos -en esencia rentistas-, comienzan a migrar a otras economías de la región –Perú, Colombia, Brasil- y hacia allá están dirigiendo racionalmente sus capitales.
La actual situación chilena –baja inversión y fin del ciclo de precios altos de los commodities- genera una gran oportunidad al país, y esta no es otra que salir de forma decidida por el lado de las Mipymes. Éstas tienen gran potencial de crecimiento y dado su tamaño tienen gran versatilidad y capacidad de adaptación, lo que genera un campo propicio para su verdadero desarrollo. Esto por cierto debe ir acompañado de un fuerte proceso de reindustrialización del país y con ello, desterrar las quimeras ideológicas de que Chile debía ser sólo un país de servicios.}
Este proceso de reindustrialización sólo se puede llevar a cabo si existe la voluntad política de crecer con las empresas de menor tamaño. Ello implica tomar decisiones sin complejos. Hay que repensar los organismos de fomento y poner énfasis real en las Mipymes. La sostenida caída de las ventas y la baja en la participación del producto de éstas en el último cuarto de siglo, dan cuenta de que las instituciones que ha tenido el país para fomentar y desarrollar a sus empresas menores no han estado a la altura del desafío y se requieren cambios profundos en ellas: con técnicos que tengan conocimiento, experiencia y recorrido en mipymes; dejando de lado la política de impulsar emprendimientos esnobs y elitistas, que colocan los recursos en los mismos de siempre, reproduciendo en el fomento y el emprendimiento, prácticas segregacionistas, propias de la sociedad chilena. Basta con hacer un análisis serio de estos emprendimientos “ABC1” del real aporte a la economía nacional, y el resultado, de seguro será muy pobre, sin considerar muchos “emprendimientos” de subsistencia y que amparados en cierto programas sólo palian cesantía.
Se requiere mucho coraje político para sacar a las Mipmyes del magro lugar donde se encuentran. Hay que fijarse metas concretas en el aumento de las ventas y de su participación en el PIB, hay que revisar los tratados de libre comercio, que en definitiva sólo han servido a ese selecto grupo de megas empresas que dominan la economía chilena. Los países desarrollados han entendido esto, y cerca del 50% de sus economías se basan en el desarrollo real de sus pymes. El modelo chileno –que nunca fue pro pyme- ya tocó fondo y es hora de repensar otra economía, que sea verdaderamente inclusiva y basada en sus empresas de menor tamaño, desarrollando un mercado interno y con fuerte vinculación en la región.
 
Fuente: LaNación

Publicado por
Alejandro Calvillo

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