Opinión | 2 Julio 2020

El Oasis de Cristal “Todo por plata” por Rodrigo Lobos

Por Rodrigo Lobos P, periodista y socio de Conadecus. Pubicada en diario Cambio 21 el 29 de junio de 2020.

Link: https://bit.ly/2VFVzy5

En el peor escenario pandémico jamás proyectado por el nefasto gobierno de Sebastián Piñera y transcurridos tres largos meses de crisis sanitaria, el panorama no hace más que empeorar. Cifras “negras” que acusan una abierta manipulación por parte del gobierno respecto de contagios y un gran número de fallecidos, hacen pulular por redes sociales algunas teorías y la posibilidad de que se establezca para Santiago el concepto de “Hibernación”. Un refuerzo a las restricciones vigentes, con cuarentenas y toques de queda pero sin permisos para desplazarse, información que fue rápidamente desmentida por el nuevo ministro de salud, Enrique Paris, alegando falsedad y mala intención del comunicado.

Ya veremos, lamentablemente la soberbia conocida por todos nos tiene “espirituados”, escépticos; con el triste récord de mayor número de muertes por millón de habitantes -11,61- superando los casos emblemáticos de Italia y España en su peor momento, sin duda un mal presagio.

Una vez más el presidente decide decretar Estado de Catástrofe, noventa días más de restricciones a las libertades individuales ya coartadas por los toques de queda y cuarentenas parciales, que de nada sirvieron para frenar los contagios en una ciudad centralizada como Santiago. Si al menos los resultados explicaran el sentido estricto de la medida o por lo menos definiera el rol que desempeñarán las Fuerzas Armadas, pero no es así. Perfecto diría cualquiera, si al igual que los militares argentinos, hubiesen dispuesto recursos para fabricar mascarillas, alcohol gel o montar hospitales de campaña con ollas comunes desde el día uno. ¿Cuáles serán sus funciones: sanitizar la ciudad; resguardar el orden y la seguridad bajo toque de queda; distribuir alimentos; montar hospitales de campaña? Lo planteo porque no se han visto en acción -salvo el apoyo prestado a carabineros y PDI en labores de fiscalización, función para la cual ambas policías están preparadas- y sabemos que de estar haciendo “algo” lo estrujarían televisivamente para sacar provecho.

Es importante tener certeza dentro de tanta incertidumbre. Los más suspicaces ven en la medida un subterfugio del presidente para arrogarse mayores atribuciones, no necesariamente sanitarias, más bien económicas y jurídicas. Por ejemplo la facultad del Estado de hacer compras directas, sin licitaciones; otra hebra de la madeja. No deja de preocupar un juego tan abierto y del que siempre se generan abusos a todo nivel. ¿Por qué no se fijaron precios de productos básicos que fueron instantáneamente inflados una vez decretada la primera cuarentena?, así podríamos hacer una larga lista y desviar el rumbo. Un escenario de desprotección  potenciado por la angustia propia de la crisis sanitaria y exacerbada por el reclamo popular de barrios que dicen estar a la deriva, “a su propia suerte”. Sin resguardo ante bandas que actúan bajo toque de queda y que organizadamente saquean barrios emblemáticos completos como San Diego y Yungay. Para que hablar de los sectores periféricos del gran Santiago.

El oasis de cristal que nos vendieron en cuotas usureras y con el que soñaron miles de inmigrantes se rompe en mil pedazos. ¿A quién puede importar? ¿Qué importa los que caen o aquellos que ya dieron lo suyo? Ya fueron explotados o abusados por alguien. El errado concepto de los “pseudo-empresarios”: préstamos ilegales, sub-arriendos, trabajo informal, pagos miserables, sobreprecios, explotación y discriminación. Sin más, la pandemia terminó con comunidades completas de migrantes. Gente que llevaba más de una década radicada en Chile y que producto del Estallido Social y el Coronavirus, han llegado a rogar para que sus autoridades gestionen el retorno a sus países de origen: Peruanos, Bolivianos, Haitianos, Colombianos, Venezolanos. Gente luchadora, que con pesar debe hacer frente a una nueva adversidad, con un peregrinar de lucha a cuestas, pero con historias de vida, familia y sonrisas atesorados durante años. Otra gran mayoría, seducidos por la necesidad o simplemente engañados y endeudados desde antes de viajar. Una vez acá: explotados, discriminados, abusados, sin opciones, a la deriva.

Hoy las políticas sanitarias implementadas por Jaime Mañalich, ex ministro de salud y avaladas por La Moneda nos tienen en estado crítico; agonizando; sin margen para errores -doctor Paris- y con números rojos que no cesarán. Resultado directo de las inacciones de un gobierno superado que siempre llegó tarde intentando reaccionar ante una pandemia, en vez de prevenir. De nada sirvió vivir al fin del mundo!!! No puedo ser el único que crea firmemente que bastaba con cerrar las fronteras y establecer cuarentenas obligatorias en residencias sanitarias a quienes retornaban.

Ya lo presagiaba tiempo atrás cuando nuestro sistema de salud estaba a punto de caer a la lona por un duro Knock Out. El gobierno sacaría su salvavidas cual As bajo la manga; un súper ministro presto a tirar la toalla o dispuesto a quemarse a lo bonso asumiendo toda “responsabilidad”. Lo importante era proteger al presidente; lavar su imagen, da igual si es aprovechándose de la entrega de alimentos con instructivo con sello de Estado o haciéndose el loco. Ahora adquieren sentido las frases: “no sabía que existía tal nivel de hacinamiento”; “las teorías epidemiológicas que me sedujeron se derrumban cual castillo de naipes”. Mañalich estaba cimentando las bases de un sacrificio orquestado, tal cual ocurrió. Deja la cartera de salud empavonándose de un carácter republicano que lo llamaría a dar un paso al costado con miras al bien común. Renuncié dijo, para luego enterarnos por CIPER -aunque sospechábamos- que las cifras de fallecidos informadas no son las reportadas a la OMS y que existe una diferencia de al menos tres mil decesos entre las cifras informadas a Chile en cadena nacional -tres mil muertos- y las reportadas a la organización mundial de la salud. Se piensa que al menos existen entre seis mil  a siete mil muertos -cifras extraoficiales-, datos nada alentadores en un universo no detectado de contagios que está descontrolado y del cual no existe trazabilidad. ¿Por qué las residencias sanitarias no están siendo ocupadas a su total capacidad? ¿Por qué no se priva de libertad a quienes incumplen las cuarentenas siendo Covid positivo, y nos enteramos como gracia, de detenidos que infringen su aislamiento por cuarta o quinta vez? ¿Quién está jugando con la vida de los chilenos? Nos piden cumplir con los mandatos y por las noticias nos enteramos de fiestas, quebrantamiento de cuarentenas, salidas de paseo, infractores reincidentes? ¿Qué pasa con las cuarentenas obligatorias en residencias sanitarias? ¿Qué pasa con el trabajo de las policías, las fiscalizaciones, las FF.AA, los juzgados; o el “control total” es una jugada televisiva?

En este contexto de fracaso sanitario, liderado por un personaje decadente, capaz de manipular la información con una finalidad poco clara, impropia de su cargo y deshonesta con todo Chile. El mismo Ministro que afirmó que la gripe española “prácticamente no afectó a Chile” desconociendo que murieron cuarenta mil compatriotas. El mismo que manipulaba las cifras de las “listas de espera” y que nos dejó al borde del abismo, con más de seis mil muertos y contando. El mismo con dudoso magíster en epidemiología, que veía caer cual castillo de naipes las teorías epidemiológicas que antes lo habían seducido. Un tipo que no dudó en descalificar las voces del comité de expertos contrarias a sus políticas sanitarias: soberbio, manipulador e incompetente. Por eso caen mal las palabras de agradecimiento que Cristián Warnken, -profesor y poeta- plasmó en una columna de agradecimiento al ahora ex-ministro de salud. Sí, una columna de agradecimiento de Cristián Warnken, a Jaime Mañalich, algo inverosímil para los que lo creían conocer. El flaco desaliñado que conducía el programa “La belleza de pensar” en el que compartía con invitados de lujo una conversación poco habitual en la televisión pública chilena: Gastón Soublette, Roberto Bolaño o Alejandro Jodoroswky, por nombrar algunos, lograban cierta complicidad en un relato que Warnken sabía propiciar. Un tipo con cierto bagaje cultural -o que hacía la pega- conocedor del lenguaje y que hoy aparece irreconocible al plantear que Jaime Mañalich era el “chivo expiatorio” del escrutinio público y que valoraba su labor a cargo de la pandemia. Con lo fácil que era cerrar las fronteras. Seis mil muertos y contando señores…en qué país vives Warnken?

Ahora surgen acuerdos políticos entre cuatro paredes -con letra chica- y nos damos cuenta que si habían recursos suficientes para implementar una cuarentena efectiva y digna.

La pregunta ética pertinente es: ¿Fue necesario exponer a todo un país? ¿Acaso el coronavirus fue el salvavidas del gobierno utilizado para doblegar al estallido social? ¿Quién responde por los muertos, el que conduce o el copiloto? ¿Cuántos son los muertos aceptables en tu mezquina visión de lo ocurrido, “poeta”? Dime un número Warnken! ¿Y si ese número partiera arrebatándote a tus seres queridos, pensarías igual? Sinceramente lo dudo, pero usted es de los que agradece el legado de Chantalich: la entrega, el sacrificio, el riesgo asumido y  llama a ser ecuánime y no mezquinos, para terminar descartándote de que éste no es tu gobierno…Andá!!! Qué diría tu tío, el Poeta?

En Chile muere una persona por Coronavirus cada diez minutos, entre seis a siete mil muertos -cifras extraoficiales- y contando. Imposible tapar el sol con un dedo, ya no es necesario seguir aparentando, Enrique Moure lo plasmó magistralmente, “esta pandemia te ha desnudado, Cristián, y ese es tu propio linchamiento: la mirada de muchos que un día admiramos tu hoy extraviada lucidez intelectual, diluida en el edulcorado brebaje de los ahítos y pusilánimes”.

Ojalá el pago de Chile al que hacía mención Gabriela Mistral, sea el que termine por sentenciar tu brillante jugada Warnken, la apuesta definitiva…todo por plata.

 

Publicado por
Conadecus

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