Opinión | 10 Noviembre 2020

“Hidrógeno verde y política industria” por Andrés Rebolledo

Por Andrés Rebolledo Smitmans, es economista y político. Experto en relaciones económicas internacionales y en el área de energía, trabajó por más de 20 años en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile y se desempeñó como ministro de Energía de Chile entre 2016 y 2018.

Este año ha sido vertiginoso, los cambios se aceleran y ha quedado en evidencia, más que nunca, la urgencia de retomar un crecimiento económico sostenible que supone una profudización de la transición energética que vive nuestro país los últimos años. Se abre una nueva fase en que el hidrógeno verde (H2V) irrumpe como un energético central en esta transición.

Chile no tiene reservas relevantes de hidrocarburos, somos importadores netos y dependientes del petróleo, sin embargo, somos inmensamente ricos en radiación solar y viento. Son estos recursos la base de la revolución de las ERNC que vive el país, y el fundamento que nos permite situarnos en una posición expectante de liderazgo mundial en la nueva era del H2V.

En estos días el Gobierno presentó la estrategia nacional para el desarrollo del H2V. Fue elaborada con apoyo transversal y contiene elementos y metas fundamentales. Esta es la oportunidad para asentar una visión compartida sobre los principales ejes para desarrollar este nuevo sector.

Enfrentamos un desafío inmenso y colectivo. La responsabilidad es de las empresas, gobierno, universidades, y trabajadores. Es fundamental tomar buenas y oportunas decisiones. Tenemos ventajas comparativas para desarrollar este sector, pero son temporales y dependerá de nuestras decisiones si podremos aprovecharlas.

El marco regulatorio que se adopte debe ser flexible y considerar los vertiginosos avances tecnologicos, a la vez que garantizar la seguridad y entregar los incentivos correctos para desplegar las inversiones.

Esta visión estratégica debe considerar que elementos como, la planificacion, el diseño de una regulación pertinente y la incorporación competitiva de nuevas tecnologías, deben ser elementos centrales en el desarrollo del H2V en nuestro país, tal como lo han sido en la transformación del mercado eléctrico.

Una transición energética2.0 considera la carbono neutralidad del país como el objetivo movilizador que conlleva acciones de mitigación. En este marco, desarrollar la economía del H2V, al igual que extender la electromovilidad y las ERNC, son transformaciones críticas y las medidas más costo-efectivas para alcanzar el objetivo de descarbonizar la economía del país. De hecho, la introducción y desarrollo del H2V por si solo contribuirá en un 21% de los esfuerzos de mitigación requeridos.

Las proyecciones indican que una década el H2V representará un mercado mundial de US$ 400 billones. En Chile, el año 2050 la industria será de US$ 35 billones lo que a su vez conllevará la creación de alrededor de 100 mil puestos de trabajo, algo así como, dada su magnitud, una nueva industria del cobre.

Es una oportunidad para implementar una política industrial activa que procure posicionar a nuestro país en una fase avanzada de la cadena de valor de esta industria. Este nuevo cluster productivo del H2V incluirá rubros como, construcción, transporte, instalación y montaje, operación y mantenimiento, decomisionamiento (reciclaje), y servicios profesionales, científicos y técnicos

Hasta ahora, las empresas más activas en el desarrollo de proyectos de H2V son las eléctricas, pero los potenciales usos son tan diversos como camiones de minería, buses, trenes, barcos, reemplazo de motores industriales, reemplazo de gas natural en residencias e industria, e incluso la exportación.

En Chile hoy no existen sectores vinculados a la economía del H2V, pero si rubros asociados con gran potencial, por lo que es crucial que estas capacidades se desarrollen en el país para no perder parte del beneficio económico asociado a esta industria, y evitar que sean otros países o comercializadores de tecnologías externas, quienen resulten ganadores.

Es decir, el modelo debe considerar el desarrollo local de producción de manufacturas avanzadas, mediante el uso de la ciencia, ingeniería y tecnología nacional.

Por otra parte, esta política debiera complementarse con otros instrumentos de mercado como impuestos verdes que pongan precio a la contaminación y contribuyan en esta transición, adecuando el tradicional principio de neutralidad tecnológica. Lo anterior tiene sentido económico dado los efectos sistémicos positivos para la industria local al desarrollar un nuevo sector en que podrían participar hasta 3.000 empresas en el futuro.

Por último, esta nueva etapa supone seguir expandiendo la inversion de las ERNC, pero a la vez reforzar el desarrollo de la infraestructura, como son: las redes de trasmisión eléctrica, las hidrolineras, y las capacidades de transporte de este nuevo energético.

Tenemos otra oportunidad para desarrollar un nuevo rubro industrial en el país, tomemos enseñanza de nuestra historia económica. Si hacemos las cosas bien, nos situaremos entre los productores de H2V más competitivos del planeta. La estrategia lanzada es un primer avance, ahora debe ser implementada

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